Querido diario, no sé qué churretera tendrán los candidatos a la presidencia de Estados Unidos que a lo único que atinan últimamente es a tirarse unos peditos, de esos bien olorosos que todo el mundo voltea a oler, pero luego nada… No llegamos a nada. No es ya como hace cuatro años, que mi morenito me traía regalitos, hablaba de compromiso con los latinos, me mostraba el anillo de la reforma migratoria para sellar nuestro pacto, decía que me daría mi bebé el primer año de nuestro casorio. Y yo le creí, como tonta le conté a todos lo que Barack Obama haría por nuestra comunidad, les dije que deberíamos apoyarlo y él nos daría todas las comodidades, que nos trataría como familia. Creo que el poder de mi sumisión se le subió a la cabeza, que se emborrachó con autoridad y decidió mostrar quién es el macho en esta relación deportando a millones y sin cumplir ninguna promesa.
Hace poco lo encaré, le pregunté qué pasó y él contestó que era la suegra maldita, los republicanos, los que le habían puesto obstáculos. Al ver que no le creía, que le dije que me iría, escribió un memo al Departamento de Seguridad Nacional diciéndoles que solamente deberían deportar a los indocumentados con antecedentes penales. Vi que le hicieron venias, como que estaban de acuerdo con él, pero las deportaciones continuaron.
Continúe recriminándole, diciéndole que si quería que siga comprometida con él tenía que tomar cartas en el asunto, por lo menos salvar a los jóvenes indocumentados que habían crecido aquí, como el resto de los estadounidenses. Desempolvó el mismo discurso de hace unos meses y lo declamó tan lindo como habla él, pero las deportaciones continuaron.
Entonces sucedió un milagro. Las elecciones se acercaban y a Obamita le tocaba hablar en una conferencia de líderes latinos (NALEO). Entonces se sentó a escribir otra cartita y dio otro discurso y dijo que otorgaría protección de deportación a los jóvenes que cumplan con ciertas condiciones y que hasta les daría permiso para trabajar. Pero eso sí, tendrían que inscribirse nuevamente cada dos años, el programa no estaría disponible hasta dentro de dos meses y si él no continuaba siendo presidente, todo se podía ir al tacho. «Pucha diablos. Esto no es nada mas que un pedo líquido que se queda pegado a la piel pero no tiene función alguna, excepto hacer que estos muchachos afirmen públicamente su estatus migratorio», me dije y volteé a escuchar a Mitt Romney, el candidato que dice que es mexicano porque su papi nació allá; pero la verdad es que nunca vivió allá, y cuya familia regresó corriendo a los Estados Unidos apenas se les acabó la protección de la poligamia que gustaban practicar y habían exportado al sur.
Romneycito también se vio forzado a hablar del tema en la conferencia de NALEO. Y si bien es cierto que presentó toda una propuesta para los inmigrantes nuevos y los que están espera y espera de sus papeles, ignoró a los 11 millones de indocumentados que viven aquí desde hace años. Yo creo que a Mitti le gustaría una especie de Apartheid y hostigarlos hasta que toda esta chusma se auto-deporté de la desesperación de no encontrar cómo sostener a sus familias. Basta con ver quién lo apoya (la gobernadora de Arizona, Jan Brewer; el alguacil de Maricopa, Joe Arpaio; extremistas como el congresista Lamar Smith y los hermanos Koch) para saber que los hechos, y las juntas, hablan más fuerte que cualquier discurso.
Así que así estoy, querido diario, con dos pretendientes que no me convencen y solamente unos meses para tomar una decisión.
Como digo: esto es puro pedo y nada sólido. El ambiente político para los inmigrantes me huele muy mal.